La American Library Association (ALA) informó este 23 de marzo que el pasado año se recibieron en Estados Unidos 1.269 solicitudes de censura de libros, en particular de obras de o sobre la comunidad LGTBI y personas no blancas. Es decir, casi el doble que en 2021.

Las demandas para la censura de libros en las bibliotecas de Estados Unidos en 2022 casi se duplicaron en relación al año anterior y alcanzaron la cifra sin precedentes de 1.269 casos documentados, informó la Asociación Estadounidense de Bibliotecas (ALA).

Esta asociación indicó que igualmente el año pasado, se alcanzó "un récord de 2.571 títulos únicos" que fueron blanco de censura, un aumento del 38 % con respecto a los 1.858 títulos únicos de 2021. Según ALA, en este caso la gran mayoría fueron libros escritos por o que tenían que ver con miembros de la comunidad LGBT y personas de color.

"Grupos de censura"

En el caso de los 1.269 casos documentados de peticiones de censura, el 58 % de ellos eran libros y materiales en bibliotecas escolares, de aulas o que figuraban en el currículo de los alumnos, mientras que otro 41 % de esas gestiones apuntó a materiales en bibliotecas públicas.

Algunos de los títulos afectados en años anteriores fueron clásicos como Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, De ratones y hombres, de John Steinbeck u Ojos azules, de la premio Nobel de Literatura Toni Morrison.

Antes de 2021, la mayoría de los intentos de silenciar un libro buscaban retirar o restringir el acceso. Ahora "estamos viendo que estas impugnaciones proceden de grupos de censura organizados que se dirigen a las reuniones de los consejos de administración de las bibliotecas locales para exigir la retirada de una larga lista de libros" y "que nadie los pueda leer", dijo en un comunicado Deborah Caldwell-Stone, directora de la Oficina de Libertad Intelectual de ALA.

"Policía del libro"

Su objetivo es "suprimir las voces de aquellos tradicionalmente excluidos de las conversaciones de nuestra nación, como las personas de la comunidad LGTBQIA+ o las personas de color", aseguró asimismo Deborah Caldwell-Stone, quien sostiene que los lectores deben ser los que decidan qué leer y no "la autoproclamada policía del libro".

La censura no ataca sólo a los libros. Cada vez hay más amenazas contra trabajadores de las bibliotecas, a su empleo, su seguridad y en algunos casos amenazas directas por proporcionar libros a los jóvenes y a sus padres que desean leer, recordó por su parte la presidenta de ALA, Lessa Kanani’opua Pelayo-Lozada.

La impugnación de un libro puede resolverse a favor de mantenerlo en la colección, restringir su acceso o retirarlo de la biblioteca, precisa la asociación, que sólo contabiliza las denuncias que recibe directamente.