El constructor de la Torre Eiffel falleció con 91 años, tras una larga y exitosa carrera como ingeniero, empresario y mecenas de la investigación científica. Pero su monumento más célebre, principal tarjeta postal de París y de Francia, acabó eclipsando su vasta producción en todo el mundo. Su nombre está asociado a más de 500 obras en más de 30 países. Y aprovechando el centenario de su muerte, RFI revisa el legado de este francés universal que pasó a la historia como el "mago del hierro".

Por Patrice Martin y Florian Riva

El impacto del desarrollo del ferrocarril en Europa y en el mundo en el siglo XIX puede compararse al de la invención de Internet en el siglo XX. Del mismo modo que la web engendró y e hizo prosperar a los gigantes de la informática, la expansión de los ferrocarriles impulsó a las empresas constructoras de puentes, participando activamente en la Revolución Industrial.

A mediados del siglo XIX se construyeron cientos de "obras maestras de las infraestructuras" (puentes y viaductos) en varios países, con mucha creatividad y a veces considerables inversiones financieras. En este contexto, el joven Gustave Eiffel (15/12/1832 – 23/12/1923), apenas licenciado en la prestigiosa Escuela Central de Ingenieros de París, fue ganando terreno en el mercado mundial. Gracias a su talento para utilizar el hierro en sus diseños y a su vocación para los negocios, se ganó una fama y un prestigio que aún perduran.

Bertrand Lemoine, ingeniero, arquitecto e historiador, es uno de los expertos en la vida y obra de Gustave Eiffel. Es consejero científico de la Asociación de Herederos de Gustave Eiffel y autor de una biografía, publicada en 1984. En una entrevista a RFI en la primera planta de la Torre Eiffel, Lemoine destacó que el ingeniero francés creó su empresa a los 32 años y se distinguió también como un excelente hombre de negocios.

"Dominaba las sutilezas de la construcción metálica, que estaba emergiendo en aquella época, pero también fue capaz de gestionar una empresa, elegir colaboradores, asociarse con buenos socios y encontrar el apoyo político adecuado", afirma el biógrafo.

Logros técnicos

Las proezas técnicas y arquitectónicas que concibió se construyeron en los cuatro puntos cardinales. Monumentos con la marca Eiffel dominan el paisaje de varias ciudades europeas, pero también de América, Asia, África y Oceanía. Sus construcciones más numerosas datan de la década de 1870, como el puente Maria Pia, en Oporto (Portugal); el viaducto de Garabit en el centro-oeste de Francia, el puente Ungheni, entre Moldavia y Rumanía y el puente Trang Tien en Vietnam. En la misma década se construyeron la estación de ferrocarril de Budapest (Hungría), la catedral de Arica (Chile) o el revolucionario Observatorio de Niza (sur de Francia).

Una de las genialidades de Eiffel, y clave de su éxito, fue crear diseños prefabricados, realizados en su fábrica de Levallois-Perret, a las afueras de París, y fáciles de exportar. "Los kits de elementos metálicos se transportaban en tren o barco, y luego se montaban in situ", explica Lemoine.

Pocos saben que la estructura interna de hierro de la Estatua de la Libertad fue diseñada por él en 1881, al igual que el sistema de esclusas del Canal de Panamá entre 1887 y 1889. Ese mismo año se inauguró su monumento más famoso, la torre de 300 metros que lleva su nombre, erigida en París para la Exposición Universal, que conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa. "La Torre Eiffel fue realmente el punto culminante de su carrera como constructor. Le permitió entrar en el panteón de los grandes hombres e ingenieros y tener un nombre que ahora es casi universalmente conocido", opina Bertrand Lemoine.

A lo largo del siglo XX y principios del XXI, se realizaron varias réplicas de la Torre Eiffel en todo el mundo, como en Santos Dumont (Brasil) o en Tianducheng (China).

El escándalo de la quiebra del Canal de Panamá

El famoso ingeniero francés también estuvo implicado en uno de los mayores escándalos del siglo XIX, el de la quiebra del Canal de Panamá. Fue inculpado por el caso, pero antes de que la Justicia lo absolviera en 1893, el escándalo supuso el fin de su empresa y de la marca Eiffel. Afectado moralmente, el constructor dedicó los últimos años de su vida a la ciencia. A pesar de su avanzada edad, el ingeniero seguía fascinado por las innovaciones científicas.

Buena parte del público no lo sabe pero, para evitar que la Torre Eiffel sea desmontada, su constructor transformó el último piso del monumento en un laboratorio que contribuyó a muchos avances tecnológicos en los campos de la telegrafía sin hilos, la radiodifusión, la meteorología, la aerología y la aeronáutica. Su interés por la aviación, en nacimiento, acercó a Eiffel al brasileño Santos Dumont, quien realizó en París el primer vuelo certificado de la historia.

La Asociación de Herederos de Gustave Eiffel está organizando varios actos a lo largo de 2023 para conmemorar el centenario de su muerte. El principal será una exposición sobre el legado del "mago del hierro", patrocinada por la Unesco. La muestra se inaugurará en París en mayo.