(El presente artículo ha sido escrito en colaboración con Giancarlo Marichal, M.P.A University College London)

Día por día los seres humanos generan información valiosa en cantidades abismales. Desde utilizar redes sociales ya sea por ocio o por negocios, hasta utilizar datos personales (balances en cuentas bancarias, fecha de nacimiento, cédula de identidad, número de pasaporte, entre otras) para realizar trámites necesarios. Se dice que hoy en día la información es igual de poderosa que el poder adquisitivo de las personas. Inclusive, existen algunas peleas sobre a quién pertenece la información publicada en portales online lo que ha resultado en políticas de privacidad más estrictas para los usuarios. También, han existido discusiones en cuanto a si ciertos partidos políticos, han utilizado información falsa para influenciar preferencias políticas de los votantes.

A modo general, el tema de la generación de información en línea y/o personal, es un mundo realmente fascinante y representa un campo de estudio separado al de las políticas públicas. No obstante, esto no es exclusivo a que existan convergencias paralelas y resultados intersectoriales muy útiles utilizando ambos mundos a la vez. De manera particular en el campo de la Educación, donde se trata con personas que generan información. Simultáneamente, las políticas públicas educacionales, están lideradas en gran parte por el Ministerio de Educación, una institución estatal que también genera información sobre sus usuarios. Y así sucesivamente, por ejemplo, las escuelas generan información valiosa de los estudiantes, tal como, edad, grado, ausentismo, calificaciones, datos personales familiares.

En República Dominicana, los estudiantes tienen – o deberían tener- un identificador único cuya finalidad sea identificar al estudiante en cualquier escenario y en cualquier momento del tiempo. Con el siguiente ejemplo, queremos resaltar la importancia de la información para generar políticas educacionales. Supongamos que Juana ingresa a la educación inicial en un Centro de Atención Integral a la Primera Infancia (CAIPI) cuando era una bebé de 5 meses (sí, esto es posible siempre y cuando hayan cupos, que es otra cosa). Luego, pasó a la escuela primaria de tanda extendida. Finalmente, se cambió a un liceo técnico donde optó por realizar un Bachillerato Técnico en Contabilidad. Juana entró a la Educación Superior, pero lo hizo dos años después de terminar el liceo. Juana contaba con un identificador personal invariable que permitió dar seguimiento en el tiempo. Esta es tan sólo un tipo de información y actividad que pueden ser ventajosas para los técnicos encargados de elaborar y diseñar políticas educacionales.

En cuanto al análisis y herramientas para esto, existe otro mundo que es fascinante y amerita de otros profesionales tales como programadores, diseñadores, economistas, psicólogos, sociólogos entre otros. El Ministerio de Educación y sus dependencias han tomado iniciativas en el uso de la información para la toma de decisiones. Una de ellas es el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa (IDEICE). Aquí, junto a otras organizaciones nacionales e internacionales, se han realizado diversos estudios y diseños de políticas públicas basadas en la información que genera el sistema educativo. Desde campañas informativas dirigida a los padres, utilizando distintas herramientas tecnológicas como WhatsApp, hasta la creación de programas computacionales utilizando Machine Learning (una rama de la inteligencia artificial) para encontrar estudiantes específicos en distintas bases de datos, con el fin de crear su historial educativo.

Sin embargo, estas iniciativas muchas veces se ven interrumpidas por distintos factores. Uno de los principales, es la falta de unión y coordinación en el levantamiento estandarizado de datos entre las distintas instituciones. El esfuerzo en generar información valiosa sobre los estudiantes y ciudadanos debe desarrollarse, no solo a nivel del sistema educativo o el Ministerio de Educación, más bien debe realizarse a nivel nacional y en cada institución (Ministerio de Salud, Ministerio de Medio Ambiente, Ministerio de Trabajo, entre otros). Un ejemplo de un país de la región que realiza esto, es Chile, donde todo ciudadano/a obtiene un número identificador único (RUT) el cual se le es asignado desde su nacimiento y es utilizado a través de todas las instituciones públicas. Facilitando generar información sobre este ciudadano, que va desde donde asistió a pre-escolar, hasta donde y que estudió en la universidad y cuántos ingresos genera, hasta en qué tipo de AFP cotiza. Otro ejemplo, de un país fuera de la región y poco comparable con la República Dominica, sería Estonia, donde cada ciudadano, además de contar con un identificador personal único, tiene acceso a todos los servicios públicos y perfectamente funcionales, a través de las distintas plataformas digitales.

Aunque a nivel institucional la República Dominicana ya recoge y cuenta con abundante información valiosa, la falta de comunicación interinstitucional dificulta que la misma sea utilizada a su mayor potencial. Es por esto que el Estado debe fomentar e instaurar protocolos y sistemas que permitan y velen por la buena recolección y uso de la información para la toma de decisiones desde las unidades más pequeñas (por ejemplo, en las escuelas) hasta las unidades más grandes (por ejemplo, Ministerios). República Dominicana se enfrenta a grandes retos y cambios en el futuro inmediato, y esperamos que las nuevas autoridades vean el uso de datos e información como el producto valioso y beneficioso que ha demostrado ser, y naturalmente, enfoquen sus esfuerzos en mejorar los mecanismos ya existentes para el beneficio los ciudadanos, especialmente en las políticas educacionales.