Podré meter la pata,

pero no la mano.

H. Mejia.-

En medio de estas pandemias que hoy nos acosan, muchos, siguiendo la virtud teologal de la doctrina cristiana, en espera de los bienes que Dios ha prometido pero que no terminan de llegar, consideramos que todos aquellos que no se dejaron nublar el pensamiento por la sucia y engañosa propaganda política llevada  a cabo, principalmente en los meses finales de la misma, fue y ha sido fácil deducir que todo esto, se venía venir. Con la salvedad de que apenas ha comenzado el viacrucis doloroso que tenemos que transitar, sin esperar compasión o ayuda del algún samaritano o alguna Magdala.

La caja de Pandora o de las desgracias, apenas ha entreabierto su tapa. Quizás aparezcan algunos que catalogan esto como pesimismo y pretendan continuar viviendo a espaldas de la realidad, pues que les vaya bien, pero, si no ha pertenecido al famoso Comité, les aseguro que la recesión económica les dará a conocer otra cruel realidad. En tanto, debido al mal manejo o el manejo político de la pandemia del Covid-19, el transcurrir del tiempo se manifiesta oscuro, lleno de caminos inciertos, no porque quizás las nuevas autoridades así lo hagan  sino, porque las opciones a corto y largo plazo, para paliar o poner una luz al final del camino, me parece que no van a prender el cerillo por temor a que las pandillas de indigentes, manipulados por los perversos que han  creado esta situación maldita, los lancen a las calles o produzcan una falsa ingobernabilidad ante la falta de la aplicación del monopolio de la violencia, que se encuentra en manos de un Estado dubitativo para ejercerlo.

Los perversos salientes, encabezados por un Ser acomplejado, obtuso y rencoroso, cambiaron el crear empleos por la dádiva, quizás con el fin de crear más adeptos a la vagancia y a vivir de las limosnas que repartieron a trocha y mocha, donde hoy, quizás sean millones los que las esperan todos los meses sin producir algún beneficio que los ayude a salir de la miseria. En tanto, exprimieron a la clase media ejerciendo el poder corrupto sin Dios ni conciencia, llevando a este pueblo ahora a cuestionarse si en realidad van a permanecer blindados e impunes ante las fechorías cometidas. Ya que, sin duda alguna, esta situación caótica que estamos viviendo y así sabrá Dios hasta cuando, los que las causaron, tienen nombres, apellidos y direcciones harto conocidas.

Perdieron tanto el miedo a que cualquier régimen de consecuencias los alcance, que hasta el último momento de la entrega del poder, continúan haciendo diabluras, y no estamos hablando que ya dejaron el poder o que hasta el 16 a las 12 de la noche, tienen toda la legalidad para hacerlo pero, ¿y lo ético, lo moral y lo decente? Este pueblo, es por idiosincrasia pendejo, pero no todos somos idiotas y conocemos muy bien que todas las pencadas que están haciendo son inmorales y corruptas, ya sea en pago por favores políticos o por pura corrupción que el tiempo no les da para hacerla efectivas.

Porqué pagar deudas millonarias muy selectivamente, mientras aquellos que hicieron su trabajo pero que carecen de abolengo, se las dejan o envían a ¿Deuda pública? Porqué –aún y antes se haya hecho- la diarrea de inauguraciones de construcciones cuyas terminaciones dejan mucho que desear. Porqué desde un principio de la Pandemia no se aceleraron la terminación de los hospitales y que ahora inauguran sin estar adecuadamente terminados. De los ascensos militares da hasta asco referirse y lo mejor es esperar a ver que harán las nuevas autoridades con esto y las demás barbaridades que se están cometiendo en este periodo de transición. Esperemos. ¡Sí señor!