Nuestros vecinos están más interesados que nosotros por la evolución de la migración en la isla. La historia de nuestra migración es muy compleja. Hoy en día, además de las estadísticas sobre las salidas, necesitamos urgentemente una Escuela de historiadores y sociólogos que se interesen realmente por las repatriaciones. Comenzaron con la primera crisis de la economía azucarera cubana en 1921. En julio de 1921, en Cuba, «los haitianos, los jamaicanos y los españoles se dedican a la mendicidad». Cuba se llena de gente sin trabajo y los españoles, considerados los más cualificados, se marchan ( Diario Le Matin, 26 de julio de 1921, página 1). «La crisis de 1920-1921, marcada por un fuerte descenso de la producción industrial en todos los países desarrollados (una caída del 32% en Estados Unidos entre marzo de 1920 y julio de 1921), había precedido a la de 1929. […]. Así, durante la crisis de 1921, para atenernos a ella, se produjeron dos colapsos bursátiles, en Japón y en Estados Unidos. Pero el indicador clave de los descensos cíclicos era el índice de precios al por mayor, cuya caída señalaba la inminencia de un descenso, y su subida, las perspectivas de recuperación. El desempleo parecía ser la contrapartida inevitable de la contracción, y las intervenciones del Estado estaban destinadas a acompañar esta evolución, que se daba por descontada.» (Gazier, La crisis de 1929).

Nuestros presidentes consideraban el dinero de la zafra como su dinero de bolsillo. Entre las cosas urgentes que cualquier liderazgo haitiano serio debe tener en su agenda: construir relaciones realistas con la República Dominicana.

¿No sería hora de que la sociedad haitiana empezara a preguntarse dónde empiezan y dónde acaban nuestras preocupaciones migratorias? Sería peligroso y casi suicida intentar identificar los circuitos o redes que animan a los ciudadanos  a materializar sus sueños de viaje. Durante más de treinta años se han convertido en el principal aliado de los sectores nacionales que se oponen a la realización de elecciones transparentes y también a la normalización de las relaciones en la isla. ¿Ha imaginado usted alguna vez cómo serían las estanterías de nuestras farmacias sin la posibilidad de abastecerse rápidamente desde las agencias de Santo Domingo?

En noviembre de 2007, tuve la oportunidad de reunirme y hablar con las autoridades militares y policiales dominicanas sobre la seguridad en la isla y la seguridad hemisférica. Nadie imaginaba que los políticos haitianos optarían por el caos. Nuestros políticos han optado en pleno siglo XXI por volver al siglo XIX, cuando cada distrito tenía su caudillo y ese temido caudillo fusilaba o encarcelaba cuando le daba la gana. En agosto de 2022, debajo de las narices del Comando Sur de Estados Unidos, unos cincuenta caudillos rodearon la capital haitiana. Por supuesto, nunca ocultaron sus amistades políticas.

Si yo fuera dominicano, me preocuparía por un país tan complejo. Donde la presidencia vitalicia parece sobrevivir a Franco, Trujillo e incluso a la referencia por excelencia, Duvalier. Un país donde las convicciones de los políticos, tanto del gobierno como de la oposición, nunca han sido honestas con el pueblo dominicano. Un país donde se ha vuelto muy peligroso pronunciar la palabra «elecciones». Cada uno teniendo su propia definición muy personal. Nuestros presidentes consideraban el dinero de la zafra como su dinero de bolsillo. Entre las cosas urgentes que cualquier liderazgo haitiano serio debe tener en su agenda: construir relaciones realistas con la República Dominicana. De acuerdo con las normas y los retos del siglo actual.

Siempre es difícil recordar a algunos sectores de Haití que tardamos treinta años en convertirnos en una amenaza seria para el hemisferio…