* (Escrito y publicado por la prestigiosa periodista Aleyda Fernández y publicado en el Listín Diario el 18 de Enero del 2002. Trata sobre los tumultuosos sucesos acaecidos en nuestro en la República Dominicana el mes de Enero del año 1962. Acento lo publica al cumplirse el aniverario 60 con la autorización de la Fundación Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, presidida por Ludovino Fernández, entidad que junto a la Sra. Vailma Fernández, integrante y hermana de Aleyda Fernández, son los depositarios del legado literario de la periodista Fernández)

Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría

Los hechos

El 28 de diciembre del 1961 comenzó una huelga por la renuncia del presidente.

El 18 de enero de 1962 y los días anteriores ocurrieron en el país los hechos más insólitos: un mayor hizo preso a un general; el entonces presidente Joaquín Balaguer desapareció por unos años del escenario político nacional; libertaron a los miembros de un gobierno legal que habían sido apresados para poner en su lugar a una junta que apenas duró 48 horas y se puso fin a la huelga más cruenta y más larga que se pueda recordar.

Tras la salida de los últimos reductos de la familia Trujillo se escenificaban permanentes protestas callejeras que, dirigidas básicamente por la Unión Cívica Nacional, pedían la renuncia del doctor Balaguer, quién permanecía gobernando el país.

El 28 de noviembre de 1961 se decretó una huelga que tenía como único propósito la renuncia de Balaguer. Tanto el gobernante como el Secretario de las Fuerzas Armadas, general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, fueron los que manejaron las acciones tendentes a que cesara la huelga.

Rodríguez Echavarría había llegado a esa posición como recompensa a que fue él, y nadie más, que evitó la instauración de una nueva dictadura con Petán y Negro Trujillo a la cabeza, quienes aún permanecían en el país y se movían en esa dirección desde la base aérea de San Isidro.

El plan

El aguerrido militar, con 37 años de edad y considerado uno de los pilotos más preparados del país, ordenó ametrallar la base aérea tratando de no causar víctimas sino como fórmula de amedrentamiento hacia los Trujillo y para que, por fin, se fueran del país. El plan se le dio.

Con todo y su bien ganada aureola de héroe, Rodríguez Echavarría suscitó antipatías en el estamento castrense por su participación tan directa en las actividades políticas con motivo de la huelga.  Emitía comunicados casi a diario y lo que es peor, los militares ya tenían demasiado tiempo acuartelados.

El 3 de diciembre renunciaron 13 oficiales de la Fuerza Aérea Dominicana.  Le pidieron que dejara el cargo y lo acusaron de conducir a la nación otra vez a la tiranía y de haber traicionado a los ideales del pueblo por la libertad. 

Resultado de la huelga

Tras largas y difíciles conversaciones la huelga terminó con la instauración del Consejo de Estado, presidido por Balaguer y compuesto además por el licenciado Rafael F. Bonelly, monseñor Eliseo Pérez Sánchez, doctor Nicolás Pichardo, Antonio Imbert Barreras y Luis Amiama Tió. Esto tuvo lugar el primero de enero de 1962.

Cuando todo parecía que el país entraría en un período de calma, ocurrieron los hechos del parque Independencia el 16 de enero. Ese día, la Unión Cívica Nacional, desde su local, se dirigía a una gran multitud cuando repentinamente a eso de las cuatro de la tarde, se presentó al lugar una patrulla del Ejército con tanques de guerra y dispararon contra el grupo de civiles. Hubo varios muertos y heridos.

Se encendió de nuevo la capital y el resto del país pidiendo la renuncia de Balaguer y de Rodríguez Echavarría. Los acontecimientos fueron de tal envergadura que esa noche se decretó el estado de sitio mientras todas las organizaciones obreras, profesionales, estudiantiles y políticas se manifestaban abiertamente en contra de esas dos figuras.

Esa negra noche, Bonelly, Pichardo y monseñor Pérez Sánchez fueron apresados por Rodríguez Echavarría y llevados al club de oficiales de San Isidro. Horas después Balaguer se asilaba en la Nunciatura Apostólica y Echavarría instaló una junta cívico-militar encabezada por el Doctor Huberto Bogaert, quién aceptó el cargo luego que Balaguer tuviera que emplearse a fondo para convencerlo. Se trataba de un prestigioso médico que llevaba una apacible vida en Mao y se negaba rotundamente a inmiscuirse en esos líos.

Fernández Domínguez

Mientras tanto, un grupo de oficiales dirigidos por él entonces mayor Rafael Tomás Fernández Domínguez, había decidido actuar para poner fin a una situación que cada día se hacía más insostenible.

Fue el 18 de enero de 1962, en las primeras horas de la noche, cuando Fernández Domínguez le pidió al general Elías Wessin y Wessin que lo acompañara, sin decirle, en ese momento, hacia dónde iban.  Wessin, junto al Capitán Báez Berg y un oficial de apellido Pérez, abordó el vehículo de Fernández Domínguez. En el trayecto Wessin fue enterado del plan.

Se dirigieron primero donde el teniente Rafael Quiroz Pérez, comandante de la segunda compañía del Batallón Táctico de Antiguerrillas. Allí Fernández Domínguez le pidió al oficial, quién era de su grupo, un fusil para Wessin y 50 voluntarios para una acción arriesgada.

Quiroz Pérez formó la tropa y pidió que dieran un paso al frente 50 voluntarios para acompañar al mayor Fernández Domínguez a una operación de alto riesgo.

Los 200 hombres dieron el paso al frente y no hubo forma de convencerlos por lo que todos marcharon hacia el club de oficiales donde los consejeros estaban detenidos. También estaba allí Rodríguez Echavarría y parte de su escolta.

Fernández Domínguez y Wessin entraron al club, no sin antes el primero ordenar a Quiroz Pérez que no dejara a nadie entrar al recinto.  Los doscientos hombres fueron colocados en forma discreta en los jardines del club. Uno de ellos permanecía en la azotea y fue éste quién avisó a Quiroz Pérez que se avecinaba una caravana de vehículos.

Minutos después se presentó al lugar el general Atila Luna Pérez, jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana. Le acompañaban unos quince o veinte vehículos llenos de guardias. El alto oficial quiso entrar al club pero Quiroz Pérez se lo impidió aduciendo *órdenes superiores*.  Atila amenazó con romper la puerta si no le daban paso. Fue entonces que a una señal de Quiróz los doscientos hombres que estaban ocultos se hicieron presentes. Atila se retiró, pero de muy mal humor.

Dentro del recinto, los consejeros se habían resguardado en una habitación mientras en un pequeño salón Echavarría, muy calmado, le pedía a Fernández Domínguez que ordenara a Wessin bajar el fusil porque estaba muy nervioso y el arma podría dispararse y matarlo.  Años después, Echavarría, evocando este episodio dijo: *cuando le vi los ojos a Rafaelito, me di cuenta que quién podía matarme era él sino me daba preso*.

A eso de las diez de la noche el Consejo de Estado, presidido por Bonelly, quedó instalado en el Palacio Nacional en medio de una gran algarabía. Cuando un periodista le preguntó al gobernante quién había sido el héroe de esa acción, Bonelly señaló a Fernández Domínguez y dijo: *Ese joven que está ahí es el héroe*. Pero el oficial, que apenas tenía 28 años, en un gesto de suprema honestidad contestó que no había héroes y que simplemente era un deber que habían cumplido las Fuerzas Armadas.

Cabe preguntarse porque Fernández Domínguez invitó a Wessin a participar en esa acción.  Aparte de que eran amigos personales, Wessin comandaba el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), una superestructura militar que contaba con armamentos poderosos y un personal de unos cinco mil hombres. Sin lugar a dudas Fernández Domínguez, al invitarlo a esa operación, lo neutralizaba.

Misión

Ocurre también que en esa época Héctor Lachapelle Díaz formaba parte de la escolta de Rodríguez Echavarría, y cuando Fernández Domínguez partía hacia el club para hacer preso nada más y nada menos que al secretario de las Fuerzas Armadas, le pidió a Lachapelle que lo esperara en el comedor porque tenía que tratarle algo. Lachapelle así lo hizo pero luego Fernández Domínguez le confesó que se trató de una estratagema:  *Yo no quería que estuvieras en el club porque sabía que tú ibas a responder* le dijo.

Antes, durante y después de los acontecimientos de abril en 1965 Lachapelle sería uno de los hombres de más confianza de Fernández Domínguez.  Actualmente es mayor general retirado del Ejército Nacional.

Entre otros oficiales participaron en la acción el primer Teniente Freddy Piantini Colón y el segundo Teniente Marino Antonio Almánzar García.

Aunque Fernández Domínguez y Rodríguez Echavarría se vieron enfrentados en esa ocasión, ambos olvidaron lo que había pasado al juntarse en la casa que ocupaba Juan Bosch en San Juan, Puerto Rico, durante los acontecimientos de 1965.

Por instrucciones de Bosch los dos viajaron a Venezuela a llevar un mensaje al entonces presidente Raúl Leoni para conseguir de éste que permitiera la salida de Bosch desde ese país hasta Santo Domingo, pero la misión fracasó.

Al evocar los acontecimientos de 1962, Rodríguez Echavarría le dijo a Fernández Domínguez que si él no lo hubiera hecho preso en esa ocasión otra fuera la situación del país, a lo que Fernández Domínguez se irguió y tocó sus talones para contestarle: "General, cuántas veces usted se equivoque yo lo vuelvo a hacer preso".

Cuando en el año dos mil se dio apertura a la Fundación Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, el general Rodríguez Echavarría fue un invitado especial y se le ofreció una cálida y respetuosa bienvenida al acto.