SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El doctor Eduardo Ogando, Epidemiólogo, afirmó que la escalada o medidas restrictivas a retomar para combatir al coronavirus, pueden ser regionales, provinciales o municipales, y no nacionales.

"Esta recomendación se fundamenta en que las epidemias a lo igual que las guerras y los desastres naturales no afectan toda la geografía al mismo tiempo" expresó.

El especialista considera que la escalada y desescalada puede ser cónsona con la situación municipal o local de la epidemia. De esa manera, mientras hay ciudades en cuarentena, otras ciudades pueden seguir funcionando con normalidad, protegiendo la actividad productiva.

El doctor Ogando consideró además que el cierre de las fronteras no tiene sentido ya que el objetivo de esa medida es evitar importar el virus.

"Una vez que un país tiene circulación local del virus en estado epidémico, no existe diferencia entre contagiarse a partir de un visitante, o contagiarse a partir de un compatriota. En otras palabras, los viajeros no aumentan el riesgo de contagio", explicó.

Lea íntega la declaración del doctor Ogando

Dr. Eduardo Ogando, Epidemiólogo. Ex Prof. UASD. Prof. Springfield College.

RECOMENDACIONES PARA NUEVA ESCALADA DE LA COVID-19 EN REP.DOM.

En día 1 de marzo la República Dominicana reportó el primer caso importado de coronavirus. Quince días después el gobierno dominicano inició las medidas restrictivas para el control del contagio. Semanas más tarde el sentimiento de pánico empezó en la población dominicana al reportarse en la provincia Duarte el primer brote de contagios, hospitalizaciones y muertes.

Se puso a prueba la capacidad resolutiva del sistema sanitario del país, así también la capacidad de gestión, el liderazgo y la toma de decisiones del gobierno y autoridades sanitarias. Oscuros nubarrones parecían opacar el brillo y resplandor del horizonte quisqueyano. La epidemia amenazaba con doblar las rodillas de los dominicanos hasta que el gobierno nombró al Dr. Jorge Marte en el grado de Asesor Médico del poder ejecutivo, posteriormente se conformó la Comisión de Alto Nivel para la Gestión de la Pandemia.

Como resultante de esos aciertos se consiguió la barita mágica para el control del contagio, la disposición del Uso Obligatorio de Mascarillas, que aunque levantó cacareos de mal agüero, se impuso por la fuerza de la autoridad. Con esa simple medida, más el toque de queda nocturnal,

el contagio comenzó a controlarse; la ciudadanía recuperó la confianza en las autoridades, se disipó el pánico, el ascenso de la curva de contagios se detuvo, la tasa de mortalidad estuvo por debajo de 4.5 defunciones por 100,000 habitantes, y la República Dominicana recibió merecidos elogios internacionales por buena gestión de la Covid-19.

Los dos párrafos anteriores son muestra irrefutable de que el Zapo no es problema si la Serpiente es grande. Sabemos que el coronavirus es virulento, altamente contagioso, puede producir la muerte y malogra la economía de una nación; pero si hay autoridades, educación y presupuesto, esa epidemia es perfectamente controlable.

Las sombras y el infortunio iniciaron con una desescalada o reapertura marcada con innumerables debilidades técnicas. Desescalar es levantar gradualmente, bajo control y medición impacto, las medidas de confinamiento social (cuarentenas), la reapertura de negocios previa evaluación de las posibilidades de contagio que ellos representan conforme su naturaleza, la reapertura de los servicios no indispensables bajo protocolos estrictos, la reapertura de docencia, las libertades de asociación y cultos, etc. Para actividades homogéneas, se homologan protocolos.

Actividades de asociación para grupos mayores de cincuenta personas, es una de las últimas medidas que se levantan, en tanto que la obligatoriedad del uso de mascarillas no debe levantarse hasta el advenimiento de la vacuna, o hasta que el 60 por ciento de la población alcance un nivel óptimo de inmunidad natural.

El hecho de que las autoridades sanitarias recibieron mucha presión tanto ciudadana como política para la desescalada, se debió fundamentalmente a dos razones: La primera, fue evidente que el gobierno tomaba ventaja política en el escenario de las medidas restrictivas; segundo: un programa de educación sanitaria para la prevención del contagio, concientización ciudadana y suplido gratuito de mascarillas a toda la población ha estado ausente no obstante las cifras astronómicas aprobadas para el control de la pandemia.

Adicionalmente, la población recibió meta mensajes para tirar las mascarillas; como ejemplo, en los días siguientes al anuncio oficial de la segunda etapa de la desescalada, fue notorio en los medios una fotografía del ministro salud pública acompañado de una veintena de personas, todos ellos sin mascarillas; del mismo modo pudo verse a políticos, autoridades, comunicadores, sin las mascarillas; subliminarmente se empujó a la población a restarle valor al uso de mascarillas.

Hoy, oscuros nubarrones se ciernen de nuevo sobre el horizonte sanitario del país, y obviamente también sobre el panorama económico, que al parecer forma una unidad dialéctica con la pandemia Covid-19.

Los registros actuales dan cuenta de 42,000 contagios, casi 900 defunciones, estaríamos hablando de una tasa de mortalidad de 8.1/100,000. Un aumento casi del 100% respecto a la tasa de mortalidad que teníamos antes de la desescalada.

Como circunstancia agravante estamos en un período de transición gubernamental que posiblemente estará caracterizado por flacos servicios debido a los cambios en los niveles

técnicos y administrativo que la realidad impone, así como también nuevos presupuestos; En consecuencia la brújula del coronavirus apunta hacia un agravamiento sostenido del contagio, la morbi-mortalidad, el pánico, la improvisación y el colapso sanitario, que de manera inevitable creará un círculo vicioso exponencial de consecuencias no predecibles.

¿Qué hacer a esta altura del juego? Epidemiológicamente hablando no hay receta perfecta; en mi opinión es imperativo volver al origen de la escalada, es decir volver a las restricciones originales con las siguientes dos enmiendas:

El cierre de las fronteras no tiene sentido ya que el objetivo de esa medida es evitar importar el virus; una vez que un país tiene circulación local del virus en estado epidémico, no existe diferencia entre contagiarse a partir de un visitante, o contagiarse a partir de un compatriota. En otras palabras, los viajeros no aumentan el riesgo de contagio.

La escalada o medidas restrictivas a retomar pueden ser regionales, provinciales o municipales, y no nacionales. Esta recomendación se fundamenta en que las epidemias a lo igual que las guerras y los desastres naturales no afectan toda la geografía al mismo tiempo.

En consecuencia, la escalada y desescalada puede ser cónsona con la situación municipal o local de la epidemia. De esa manera, mientras hay ciudades en cuarentena, otras ciudades pueden seguir funcionando con normalidad, protegiendo la actividad productiva.

Ejemplo: Se puede hacer contención, y establecer las medidas restrictivas en las provincias y municipios donde los indicadores de contagio, morbilidad, mortalidad y ocupación hospitalaria sean más elevados, permitiendo que las provincias y municipios con indicadores bajos, sigan laborando con normalidad para no afectar la vida productiva del país en su totalidad.