La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) aún no comienza el primer semestre de 2021, pero la campaña de cara a las elecciones del próximo año para seleccionar las nuevas autoridades ya bulle en los foros de WhatsApp y Telegram  y en las redes sociales, sobre todo Facebook.

La epidemia del SARS-CoV-2, causante de la covid-19, ha quitado vidas de docentes y administrativos, ha ralentizado procesos internos, ha obligado a impulsar la docencia virtual y a adoptar las recomendaciones de Salud Pública para evitar contagio a colaboradores que sufren comorbilidades.

No ha podido, sin embargo, frenar el cabildeo de oficialistas y adversarios para agenciarse el favor de docentes, empleados y estudiantes con derecho a voto en el Claustro Mayor Elector.

Pese a la incertidumbre generada por la crisis sanitaria, se prevé aumento de la efervescencia con la presentación de candidaturas a la Rectoría de todos los vicerrectores actuales y, al menos, de otro funcionario no electo, el Director General de Cooperación y Relaciones Nacionales e Internacionales, el ex Vicerrector Docente, Jorge Asjana David. Conforme la rutina, la rectora se jubilaría.

Según la nueva norma, vigente a partir del proceso de 2018, los períodos de gestión de las autoridades electas son de cuatro años en vez de tres, pero con prohibición de la repostulación. Antes se permitía por dos trienios consecutivos.

Las perspectivas de los potenciales candidatos al más alto cargo de la academia estatal no pintan, sin embargo, “color rosa” como en 2018 cuando obtuvieron victorias convincentes en la segunda ronda.

El 20 de junio de 2018, Emma Polanco ganaba las elecciones con 1,498 votos (53.81%) de 2,784 depositados. Editrudis Beltrán Crisóstomo, su más cercano contendor, obtenía 913 (32.79%). El triunfalismo y hostilidades de algunos de los colaboradores del Vicerrector Administrativo de la ocasión, mellaron su potencia y le hicieron sucumbir.

Las candidaturas a las cuatro vicerrectorías tuvieron que ir a la segunda vuelta al no pasar la barrera del 50% más uno, certificó la Comisión Central Electoral.

El 4 de julio, los universitarios elegirían a: Alejandro Ozuna (50.83%), Vicerrector Docente; Mauro Canario, de Investigación y Posgrado (56.82%); Pablo Valdez,  Administrativo (77.45%); y Antonio Medina, Extensión (79.23%). 2,638 fue el total de votos depositados.

El Claustro Mayor Elector estuvo compuesto de manera preliminar por 2,654 profesores, 53 ayudantes de profesores, 133 delegados estudiantiles y 27 delegados administrativos, para un total de 2,867 votantes, que elegirían 106 puestos (Rectoría, vicerrectorías, decanos, vicedecanos, directores de centros y recintos).

Comenzando el año pre-electoral, luce que los aspirantes vinculados a la actual gestión tendrán montañas de dificultades para siquiera acercarse a sus envidiables números del anterior certamen. Y no sólo por el frenazo que ha provocado la epidemia. La gran duda en los públicos vendría por los resultados de su ejercicio actual como funcionarios y su aproximación con la rectora.

Se quedarían lejos de la realidad las expectativas construidas durante la campaña electoral pasada sobre la base de visibilizar a la gestión presidida por Iván Grullón como sinónimo de caos y de ofertar como opción salvadora la candidatura de la primera mujer rectora de la historia de la universidad (1538).

El ex Vicerrector Administrativo, Editrudis Beltrán Crisóstomo, volvería de la ducha al escenario de la competencia por la más alta posición, esta vez favorecido por las debilidades de sus adversarios, el descontento de aliados del grupo que catapultó a la rectora y el viento fresco de la principal oficina de Palacio. Ganaría las elecciones 21, si en el año y medio que falta no ocurren eventualidades o intrusiones de “colaboradores” que impidan alianzas para construir mayoría.