La figura de Juan Pablo Duarte y la misma idea de la “Patria” están en cuestionamiento permanente, y más en estos tiempos de reconfiguración de los códigos de valores de la vida en común.

De Duarte algunos dicen que era un palomo, un simple idealista, una figura ficticia construida para sustentar el relato del Estado-nación. Últimamente se discute incluso si era homoxexual. ¿?

Pero lo cierto es que de todos los actores que participaron de la definición y fundación de la República Dominicana, desde la independencia efímera hasta la Restauración, ninguno se acerca a la suma de condiciones históricas que hacen de Juan Pablo Duarte el principal protagonista en las tareas de construir un país y su sistema político-administrativo.

La visión

A Duarte se le llama Padre de la Patria porque, desde 1836, cuando los sectores interesados en terminar la ocupación haitiana solo discutían si luchaban para unirse después a España, Francia o Estados Unidos,  Duarte junto a los trinitarios desde el principio de las discusiones hasta el 27 de febrero de 1844 presentó y defendió una sola postura: constituir una República libre e independiente de toda potencia extranjera, con igualdad de derechos para todas las personas.

Trabajo

Duarte no era un teórico dedicado solo a opinar y decir a otros lo que se debía hacer. Ideó y construyó un partido político clandestino, llamado La Trinitaria. Trabajó dentro del mismo gobierno haitiano para tener facilidad de recorrer el país y hacer articulaciones a favor de la causa de la República. Varios de los trinitarios participaron del movimiento La Reforma, con la intención de derrocar a Jean Pierre Boyer junto a haitianos disidentes y hacer más débil la ocupación.

Cuando se declaró la independencia estaba fuera del país, pero desde que regresó se puso a la disposición del primer gobierno dominicano para participar de la guerra en la zona Sur, dejando como legado el más antiguo documento de rendición de cuentas que se se haya producido en la República Dominicana.

Cuando Santana anexó el país a España, y 20 años después de la independencia, Duarte regresó del exilio y se puso a la disposición de Ulises Francisco Espaillat y del gobierno restaurador para luchar donde la comandancia restauradora ordenara.

Persistencia y sacrificio

Los Trinitarios se constituyeron en una sociedad secreta por la independencia en julio de 1836, ocho años antes de conquistar su gran objetivo. Pero previamente Duarte y su amigo José María Serra escribían y distribuían en la clandestinidad un periódico promoviendo la idea de conformar la República Dominicana.

Desde esa fecha, y hasta que regresó al país a luchar por la Restauración en 1864, Juan Pablo Duarte estuvo contribuyendo de manera directa o indirecta a la causa de constituir y defender la libre determinación de los habitantes de la parte este de la isla. Su familia adinerada cayó en la quiebra y fue expulsada de la isla por los grandes enemigos de la República y de Duarte, que eran los orcopolitas, o  los falsos nacionalistas de entonces.

En ese trayecto muchos  se rajaron. Varios trinitarios se pasaron al bando de la anexión (Felipe Alfau, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha…). Santana vendió el país  a cambio de un título de la corona española. Báez trató de vendernos a Estados Unidos, saqueó el Estado y quebró la economía y otros se enfriaron en su compromiso por la defensa de la República como espacio de bien común. Duarte pasó casi 30 años siendo actor y soldado de la causa que diseñó minuciosamente antes de 1836.

Por estas y otras razones, en diferentes momentos y con distintas perspectivas, los más diversos historiadores coinciden en asegurar que de todos los hombres y mujeres que participaron en la construcción de las bases de la República Dominicana el más destacado, por mucho, es Juan Pablo Duarte y Diez, el Padre de la Patria.