Como ya expusimos sucintamente, los MOCES, o los futuros integrantes del MOVIMIENTO CENTRAL, sencillamente nacen. No son un experimento científico, sino un hecho humano real: El MOCE, es. Así de simple. Empero, esa persona que reúna las condiciones que hemos detallado en el artículo anterior del pasado miércoles al explicar lo que entendíamos por Clase, debería ser:

Si alguien es decente, honesto, educado, discreto, serio, conceptuoso, cuida tanto su persona como su lenguaje, es incapaz de usar una palabra subida de tono, o de hablar alto, decimos que tiene Clase.

Para nosotros tiene Clase MOCE”.

Podrá tener algunas de esas condiciones de forma natural. No todas. Estaríamos frente a un imposible: La perfección no existe. Solo las básicas, las que no se pueden adquirir con estudios ni de manera casual.

Gracias a ellas los MOCES existen. Los conocemos y valoramos, aunque los que no lo son, sigan viéndolos como bichos raros. Uno de los objetivos de nuestra misión, más humanitaria que social en el sentido político, es dar a conocer sus valore, relatando para lo que podría servir, incluso en el caso de menoress, futuros becarios o candidatos a oficios y profesiones.

Es casi imposible que en una familia no haya alguien que desde la infancia más tierna se haya distinguido por ser diferente a los demás: Que no mienta, aunque le costase un castigo. Respetador de lo ajeno, aunque lo desee o necesite. Que se ocupe de su persona, de su aseo y su vestimenta, que sea una persona limpia por adentro y por fuera, que pida lo que va a tocar a sus amigos y familiares, pero nunca a extraños. Regularmente tiene timidez para hablar y reticencia para criticar y aunque viva satisfecho de su manera de ser, por ser modesto,  a veces sufre por la manera como se le trata; pero no cambia.

Se le critica porque no maldice, pide permisos hasta para pasar entre sus familiares que conversan. Es decir, que se ocupa de aprender modos decentes.

Sí. Ese personaje existe. No lo inventamos. Lo que ocurre es que nadie le hace caso, o le hace poco, que es casi un crimen social y familiar.

De ahí que es preciso que de alguna manera los países, sin importar el régimen que tengan, aunque preferiríamos uno democrático de verdad, institucionalizado,  donde la ley sea la norma y la independencia de poderes una realidad, cuenten con estos conocimientos, ya que es preocupante que nunca se hubieran preocupado a la hora de escoger personas para portar armas en sus funciones o administrar dineros, que era necesario tener antecedentes reales de las personas  en quienes ponemos la vida de nuestros conciudadanos y las fortunas de los que los empleen. De manera que es preciso que se comience a esclarecer quiénes son los MOCES, ese tesoro humano que a veces se desperdicia en nuestras comunidades.

Inicio del MOVIMIENTO CENTRAL

Para que el MOCE se inicie en una localidad cualquiera, ha de tener a uno de sus miembros que se haya preocupado por su vida y la de sus conciudadanos para erigirse en líder de su comunidad y detectar a los MOCES que conoce, que podrían ser familiares o amigos, ya que con familiares y amigos comunes la cadena se va formando, hasta que en un sitio cualquiera sepan la cantidad real de MOCES posibles para ir uniendo el grupo o los grupos que podrían formar  un núcleo local o regional.

Como en toda institución el Movimiento se iría organizando a partir de la acción voluntaria de esos MOCES que al darse cuenta de que han sido desplazados a veces, ignorados otras, menospreciados siempre ya sea por su humildad o su pobreza, ya por problemas físicos y ahora tienen la oportunidad de unirse y  la unión los fortalece y les da una nueva personalidad.

Desde el inicio se le asignaría un lugar en un libro récord o una libreta, para inscribir a los candidatos, donde consten los detalles de cada uno. Sus datos personales, los nombres de los padres (si son hijos no ‘reconocidos’ de cualquier modo se hace constar el posible padre o el de crianza), sus gustos, sus inclinaciones naturales a algunos oficios o profesiones, que si ya las tienen, mucho mejor. Sus direcciones, números de teléfono, correos electrónicos y además, conexiones con otros sitios como WhatsAap, Facebook, etc.

Si la cadena se inicia en una comunidad agraria, desterrar los términos oficiales de ‘sección’ o ‘parajes’. Se debe decir Barrio tal (la llamada Sección o el paraje) del Municipio o el Distrito Municipal tal o cual.

Es tiempo de desterrar el concepto de lo campestre. En cualquier parte de un país avanzado en comunicaciones, como nosotros, nadie está ausente del mundo. En Puerto Rico, por ejemplo, no existen más que barrios. ¿Por qué aquí no? O Ensanches, o como se quiera luego señalar, pero no rurales.

Ya no hay sitios aislados de lo que acontece en el mundo gracias a la tecnología moderna.

En lo referente a las mujeres, debemos señalar que creemos en la igualdad de sexos, sin embargo, en esta materia es imprescindible que ellas se organicen aparte. Hay empleos y actividades casi exclusivamente para ellas. En lo demás, como solicitudes de becas, de empleos profesionales y tras actividades comunes, como MOCES, con los mismos requisitos de los varones, se harían encuentros y reuniones mixtos con los mismos derechos todos los miembros de una comunidad determinada.

El hecho de que alguien sea gay o lesbiana,  ciego, sordomudo, sordociego, con problemas motrices innatos, por enfermedades o accidentes, autismo o síndrome de down y el hecho de pertenecer a tal o cual religión o partido político; el hecho de ser amante o esposa, o “vivir de amigos”, hasta  de ejercer la prostitución por no tener otra cosa que no sea su cuerpo para mantener su familia, no por vicio, y desee o necesite “honrarse”, como dice el vulgo, nada de eso afecta la unidad frente a los propósitos del MOCE.

En las ciudades y en los pueblos, la situación es diferente a las antiguas comunidades de provincias o de las ciudades.

Como dijimos, la captación se hace entre personas que se conocen o cuya fama sea notoria, a quienes se invitarían a formar parte. Ellos anotarían cualesquiera que conozcan o reconozcan como MOCE, ya por recuerdos de infancia o escolares, que residan en su comunidad o fuera, sea ciudad o pueblo, no solo deberían visitarlos sino recomendarlos a los de esas otras comunidades.

Luego, al tener datos para comunicarse, como se tienen los medios, la dirección de la residencia, la invitación la haría el MOCE más cercano que obtendría los datos personales. Nunca por las vías electrónicas, ya que los Jaquers (Hakers) existen.

El hecho de tener estos datos confidenciales, que poco a poco se vayan centralizando en esa comunidad, formarían una especie de vademécum, a los fines que se expondrán en el artículo próximo cuando hablemos de la Organización del Movimiento Central.