Luis Salvador Estrella, hijo del héroe y mártir tiranicida Salvador Estrella Sadhalá, ha objetado con mucha razón que el campeonato de beisbol profesional local sea profanado dedicándolo a un connotado agente del trujillismo. En la Liga de Beisbol Profesional, esta actitud no es nueva. Alegando la principalía de ciertos personeros del régimen, siempre se le ha pretendido encumbrar soslayando sus responsabilidades con ese periodo de cieno, que no respetaba no solo a sus enemigos, sino la dignidad de cualquier ciudadano común que osara “equivocarse”.

Los estamentos militares son uno de esos bastiones que todavía no se ha permitido la destrujillización total. En la aviación, salvo el merecido nombre del hospital Ramon de Lara, nada que represente el cuestionamiento a la tiranía tiene cabida, por ejemplo no se recuerda al capitán piloto Juan de Dios Ventura Simó héroe de la raza inmortal del 14 de junio. Mucho menos del coronel Rafal Tomás Fernández Domínguez, que encabezó el apresamiento de Rodríguez Echavarría en la Base Aérea de San Isidro, cuando pretendía convertir en el sustituto de Trujillo y luego fue el coordinador del gran movimiento militar por el retorno a la constitucionalidad en 1965, entregando su vida en defensa de la patria.

Indignado, Luis Salvador Estrella ha revelado que en las pocas ocasiones que pudo hablar con su padre prisionero en la antesala de la muerte, le comunicó  que el señor Hache (a quien se le dedica el campeonato de beisbol profesional) estaba presente mientras Ramfis Trujillo lo torturaba. Aunque no se le imputa la condición de torturador, su presencia allí era para manifestar su fidelidad a los hijos del tirano, mientras desarrollaban todo tipo de vejámenes contra los héroes. Bajo ningún concepto una persona que se prestó a observar estos actos de salvajismo puede ser un paradigma para los aficionados al beisbol. Yuyo DˈAlessandro, íntimo de Ramfis, prefirió caer en desgracia antes que acompañarle a deleitarse en las sesiones  de torturas.

¿Por qué el señor Hache tenía que asistir a esos actos de barbarie?  Lo hacía en su condición de destacado miembro de la famosa “Cofradía” de Radhamés Trujillo y sus vínculos “deportivos” con Ramfis Trujillo. Era un requisito para medir el grado de fidelidad.

Hans Paul Wiese Delgado, en su libro Trujillo amado por muchos, odiados por otros, temidos por todos,  posiblemente el libro más sincero escrito por un trujillista, nos dice que el señor Hache en varias ocasiones solicitó a Radhamés interceder en favor de algún amigo preso, como era costumbre entre algunos de los vinculados estrechamente al régimen. Wiese Delgado refiere que en cierta ocasión acompañando al “Jefe”, llegaron a la oficina de Radhamés y de entrada  Trujillo se alarmó y con su fusta amenazaba a su hijo, describiendo lo que siguió a continuación:

“¡Lárguense…!  -le dijo Trujillo a los amigos de su hijo-. Estos, impresionados, salieron velozmente de la oficina -de seguro que nunca habían visto al “Jefe” en ese estado de furia-. El único que permaneció de pie, casi congelado, fue Kalil Haché, a quien el Generalísimo se dirigió en estos términos: “¡Desde este momento , Ud. queda encargado de la disciplina de esta oficina. Y ya sabe, no permita que se mezclen falda con asuntos de oficina! ¿Entendido?”. Kalil le contestó:  “¡Enterado, señor, si señor, sí señor, sí señor, sí señor…!”.

Esto nos dice que el señor Haché no solo era de confianza para Radhamés y Ramfis, sino para el propio “generalísimo”, esto nada aporta en su beneficio, pues para tener esta categoría había que comprometerse mucho con ese estado de cieno.  Wiese Delgado quizás para no malquistarse con el señor Hache, al elogiar su trabajo junto a la familia real trujillista, apuntó:

“Trabajador, discreto y honesto, son algunas de las virtudes que adornan a Kalil Haché. Convertido en un veterano, pero activo deportista y precursor del juego de polo en el país, todavía hoy sigue fiel a la memoria del “Perínclito Barón de San Cristóbal”, y tiene el valor que otros no tienen, de decir a voz en cuello que fue “trujillista”, que es “trujillista” y que seguirá siendo “trujillista”.

¿Minerva Mirabal, Manolo Tavares, Viriato y Antinoe Fiallo, Ostacilio Peña Páez, Angel Liz y otros opositores internos a Trujillo, podían jactarse públicamente de su antitrujillismo?  Sin embargo, el señor Hache pese a la existencia de una ley que prohíbe la práctica del trujillismo, siempre se aprovechó del ambiente de libertades pública de hoy en día para jactarse de su sempiterno trujillismo. Ese es paradigma es que se quiere presentar a la juventud deportista dominicana.

Ciertamente los remanentes del trujillismo verbigracia el balaguerato, permitieron al señor Haché recuperar sus influencias en los estamentos militares, estaban conscientes de su muy estrecha cercanía con Ramfis y Radhamés. Esto tiene una explicación que aparece de modo claro en el importante libro Archivos de Ramfis Trujillo. Los sucesos entre 1965 y 1969, de Emilio Rodríguez Demorizi, editado por Bernardo Vega, se aporta un dato vital de la “rehabilitación social” del señor Hache. Bernardo Vega apunta que en la campaña electoral promovida por las tropas invasoras en 1966,  su candidato era el señor Balaguer, y:

“Khalil Haché informó al editor de este libro que durante los meses de la campaña  electoral viajó catorce veces a Madrid en busca de dinero de los Trujillo, unos US$150,000 para la campaña de Balaguer. Al final fue detenido por el FBI durante dos días en Puerto Rico, pues creían que a quien estaba llevando dinero era a Bosch y tuvo que admitir que la plata era para Balaguer. […].

Se puede decir que se trataba de “aportes” de campaña, pero se debe tener presente que ese dinero previamente fue hurtado al Estado dominicano, por lo tanto su procedencia era totalmente delictiva, además se hacía el aporte a escondidas en detrimento de la candidatura de Bosch, que era la opositora a la intervención. Por eso, cuando Haché fue detenido en Puerto Rico, se le permitió continuar con su labor porque era a favor del candidato del invasor.

El balaguerato estaba consciente que Haché era la vía de comunicación en el país con Ramfis Trujillo, cuando Imbert Barreras sufrió un atentado en 1967, uno de los primeros apresados por varias horas fue el señor Haché. Obviamente esto fue para llenar las apariencias y ofrecerle alguna satisfacción a Imbert, además Luis Amiama Tío había sido nombrado ministro de Interior y Policía para investigar el asunto, finalmente no se pudo determinar nada. El acucioso historiador Bernardo Vega, posteriormente cuestionó al señor Hache sobre el particular, y apunta que este: […] tan pronto se enteró del atentado llamó a Ramfis para informarle, y agregó que este no tuvo nada que ver con el asunto”.  No sabía nada del caso, pero inmediatamente ocurrió el intento de homicidio estaba llamando a Ramfis para informarle el nuevo acontecimiento. Un atentado que todos de inmediato conocían fue ordenado por su jefe Ramfis.

Esperamos que algún día los campeonatos deportivos honren a ídolos del deporte con una vida sana y patriótica, como Felipe Maduro y Gugú Henríquez, de los «Mosqueteros de la Normal» destacados baloncelistas, héroes y mártires en la lucha antitrujillista. Recuerdo en mi juventud, los muchachos del barrio de Villa Francisca acudíamos a María Auxiliadora al Estadio Felipe Maduro a jugar beisbol, pero el estadio más adelante desapareció, solo quedó el del Colegio María Auxiliadora. El deporte tiene muchos ejemplos positivos dignos de emular por la juventud: Manuel Mota, los hermanos Rojas Alou y Moisés, Alonso Perry el refuerzo «dueño del play de la Normal» , Juan Marichal, Pedro Martínez, Samuel Sosa, Vladimir Guerrero, David Ortiz, Alex Rodríguez, Manny Ramírez, Tony Peña y muchos otros que son verdaderos paradigmas del deporte nacional.