Yo sé y me consta que para mucha gente esto de vivir es un asunto complicado. Además de lo dicho, encima, tenemos la certeza que tendremos un final en el que todo lo conseguido…tendrá que ser abandonado lo que “paradójicamente” libera a los afligidos.

¿Es vivir un asunto masoquista?  ¿O quizás guardamos una certeza de que la vida continua aun después del calvario en la tierra?

Yo podría afirmar sin temor a equivocarme que somos eternos mentalmente y que trascenderemos infinitamente a otros estados en donde “la realidad” será distinta.

Participaremos con “distintas” consciencias en donde, no dejaremos de ser, pero si de estar… ¿cómo es eso?

Ahora estamos aquí, rodeados de montañas, ríos, llanuras y de personas que nos quieren, que queremos, que no nos soportan y que no soportamos, o sea, un poco de todo.

Todo este escenario en que se desarrolla esta dimensión nos será retirado y tirado a la basura. Bueno, es solo un decir, lo que sucederá es que nuestra memoria “borrara” todo… más o menos, la misma vaina.

Cuando uno olvida nunca sucedió. Las cosas que permanecen tienen que estar reconocidas por la memoria de lo contrario pierden el sentido de pertenencia o afectos.

Al desconectarnos el interruptor (swiches) de la vida, aparecemos en otro escenario donde “sabemos” que somos nosotros, pero no lo que fuimos hace un instante…

Perdemos “esa” memoria por lo que no existe en nosotros la nostalgia ni el apego a lo que dejamos. Simplemente no sufrimos porque no recordamos por quien hacerlo.

Estamos no estando. Sigo siendo mínimo, pero ya sin apellidos ni nombres. Soy un ser que transformo su consciencia a “otra realidad” en donde las sensaciones y deseos se perciben como parte de un conjunto universal.

No concibo lo humano porque es una categoría baja en ese grado superior de consciencia en la que estoy ahora.

Estoy en la nada que a la vez es el todo.

Ser parte del todo se hace una unidad. Se funde todo en la corriente vibracional en donde energéticamente estamos conectados.

Es como si fuéramos cómplices de un juego en el que todos estamos involucrados y, en consecuencia, conscientes de lo que somos.

Convertidos en uno solo, gozamos de la presencia de todos metidos en una sola cosa…espero que no se me hayan perdido o enredado y sigan el hilo de lo que intento expresar.

Estar o no estar no debe ser un asunto para atemorizarse.

Dejar de estar aquí es estar allá. Ahora mismo estamos, usted y yo, podríamos sentirnos aferrados y temerosos a la vida y a la muerte, pero no tiene sentido vivir y morir. No tiene sentido que “seamos” y dejemos de ser.

No somos “algo” que llega y se va, así como así. Somos partículas indispensables del misterio. Sin nosotros no hay misterio. Somos el misterio creándose constantemente. Infinito e indescifrable.

Somos lo que le da sentido al sin sentido, lo creado que se crea. Somos eso que llamamos Dios. No existe él “sin nosotros” porque somos la creación.

Somos ese Dios que tanto halábamos, que tanto confiamos, que tanto pedimos. Entre todos lo conformamos y por eso está en todas partes. En la montaña, en el rio, en la llanura…en nosotros.

Se viste y se desviste. Se convierte en cebra y gaviota. En nube y agua. Cae y se esparce convirtiéndose en flor y abeja. Luego Luna, Marte y Venus…Sol.

Tengo el poder de sanarme y sanarte. De transformarte en bien y en mal. De general movimiento y energía en función de los contrarios.

Nazco, ando y veo y luego vuelo para ver otra vez y estar allá y aquí a tu lado y de aquel lado también.

Cada vez que muero me veo a mí mismo entre el estar y no estar, donde logro recordar lo que soy, mínimo caminero, y entonces vuelvo a olvidar. ¡Salud!