Está clarísimo que el libro de Arva Moore Parks es uno de los máximos libros que he tenido ocasión de leer. Lo he dicho antes: el libro se trata de las fotos de Miami, de hace muchos años, y la comparación con fotos modernas, del Miami moderno. En la página izquierda, las fotos del Miami antiguo, y en el lado derecho el Miami mas moderno.

Se narra que “la Magic City” se convirtió en algo interesante cuando en 1891, la viuda Julia Tuttle se mudó desde Cleveland, e hizo que el empresario de petróleo Henri Flagler convirtiera el área de South Florida en algo habitable y que resultó muy amigable para los turistas que venían en tren, algo que aumentó en la Segunda Guerra Mundial.

El libro fue hecho junto a la historiadora Carolyn Klepser. Quería traer a colación el tema porque aquí en el país, desde hace un tiempo para acá, se ha desatado un notable interés –entendible, por demás–, de hacer libros fotográficos, aunque creo que no se sabe todavía quien tendrá las fotos de esas antiguas viviendas de Gazcue, para solo citar un sector capitalino.

Me refiero también a un hecho indubitable: en el caso de Bella Vista, por ejemplo, muchos edificios han suplantado las antiguas viviendas. Alguien me dirá que quizás todas esas viviendas no tendrían un carácter histórico del quilataje –y octonaje–, del Jackson Memorial, por ejemplo.

Ciertamente que algunas no son tomadas así: como modelos de grandes construcciones epocales, como sería el caso del Congreso de la República, o como el edificio de la Cancillería, para solo mencionar dos. Por otro lado, quien tenga esas fotos –quizás en el Archivo General de la Nación se encuentren, o en el Palacio–, debe avisar. Me refiero a fotos profesionales, no tanto a fotos ocasionales.

Se ha dado un fenómeno interesante que debería preocupar a los arquitectos, y este se refiere al cambio arquitectónico de ayer y hoy. Aunque es cierto que el país ha cambiado en su fachada, ese cambio puede estar en manos de los consumidores de libros, que está bien decir que todavía existen. Cuento algo personal: la belleza de una casa en Bella Vista siempre me hacía pensar que sería interesante comprobar el diseño de los interiores de dicha vivienda, algo que me fue imposible hacer. Luego de años, me dí cuenta que era imposible ahora: la casa había sido vendida para ejecutar un proyecto de apartamentos en la zona. El libro de Moore Parks (tampoco el de Bo Bennett, Coconut Grove), no es un sucedáneo de la Arquitectural Digest, es decir los interiores de los edificios –por ejemplo, Merrick House–, no están mostrados al lector. Lo que sí es interesante es saber que ese inventario de fotografías no tiene más de 20 años, me refiero a las modernas. Las antiguas deben reposar en un archivo fotográfico, que quizás en nuestro país, esté a la mano de los investigadores.

Los paisajes naturales del país fueron coto de algunos viajeros como Robert Schomburgk –entre sus libros está una Historia de Barbados (1848) empleado por la Royal Geographical Society, y una historia de Santo Domingo, visto por cuatro viajeros, entre otros– y como Samuel Hazard, en nuestro lejano pasado. En el hoy, la gente esperaría que las fotos de algunas casas que pueden considerarse reliquias históricas sean fotografiadas en su interior, algo cuesta arriba –podría decirme alguien–, pues se trata del ámbito privado e íntimo de los habitantes.

Por otro lado, alguien me dirá que las fotos del Hipódromo, por ejemplo, están ahí. En verdad, que las fotos del Hipódromo de Miami son una de las principales del libro de Arva Moore Parks McCabe. Otras fotos importantes son la de la casa de Al Capone, y algunas fotos generales de las calles de Coconut Grove, alguna esquina especial.

Aquí puede decirse que hay spots que han preservado su antiguo donaire, como es algunas de las esquinas de Bella Vista, que guardan idéntica fisonomía –hasta las bancas de apuesta existen–, que hace 20 años, cuando el desarrollo inmobiliario no había llegado con tanta fuerza. Otros sectores construyeron su estilo simplemente con los edificios y algunos comercios de amplio quilataje, como es el caso de Piantini. Las casas antiguas de este sector, con los ladrillos y las tejas –y piscinas interiores con locetas azules–, son una parte esencial de la arquitectura criolla.