“Los estancamientos y conflictos aparentemente imposibles pueden resolverse si nos deshacemos de la presunción de que nuestras únicas fuentes de influencia son el dinero y la fuerza”. (Deepak Malhotra).

El PLD celebró su Primaria bajo el eufemismo de Consulta, expresión de la capacidad de la partidocracia dominicana de buscar atajos, “bajaderos”, para no ceñirse a las normas y leyes establecidas. Encontraron un vacío en el marco normativo de las legislaciones (33-18 y 15-19) al efecto y realizaron su proceso un año antes. ¡Una “avivatura” para reducir la desventaja comparativa que tenían frente al PRM y a la Fuerza del Pueblo!

En los últimos 3 años, esto es, desde 2019 a la fecha, el PLD y PRM han realizado primarias abiertas y cerradas. Como coincidencia, en las que se han hecho, indistintamente, han concurrido en cada una más de 5 candidatos. Veamos:

La Primaria del PLD octubre 2019:

  • Gonzalo Castillo: 911,973 igual a un 48.72%.
  • Leonel Fernández: 885,233, un 47.29%.
  • Melanio Paredes: 12,751, un 0.7%.
  • Maritza Hernández: 11,973, un 0.6%.
  • Manuel Crespo: 10,335, un 0.5%.

El total de votos válidos fueron 1,820,292 de un universo de 7,422,416, para un porcentaje de votantes de 24.52%, esto es, con respecto al padrón electoral de la Junta Central Electoral. Ahora en 2022, ¿cuáles son los datos, informaciones y resultados? Hoy como ayer las Primarias del PLD fueron abiertas, es decir, con un padrón universal donde los ciudadanos no inscritos en ningún partido podían sufragar en la contienda de esa importante organización. Señalaron que podían ejercer el voto 6,097,367, vale decir, 1,345,049 menos que en 2019. Sin embargo, el padrón para el 2020 fue de 7,529,952 electores, oficialmente marcados en el padrón de la Junta. El PLD divulgó que tenía un padrón de inscritos en su nómina de militantes de 1,873,472. Al final, el escrutinio de los votos computados en su noveno boletín fue:

  • Abel Martínez: 272,821 igual a un 62.84%.
  • Francisco Domínguez Brito: 85,855 igual a un 19.63%.
  • Margarita Cedeño: 67,193 igual a un 15.36%.
  • Maritza Hernández: 4,447 igual a un 1.02%.
  • Karen Ricardo: 3,112 igual a un 0.71%.
  • Luis De León: 1,922 igual a un 0.44%

El último boletín (9) daba 437,385 votos computados en 2,459 CCC de 2,732, faltando 273. Haciendo un análisis de tendencia y, que finalmente emitan el último, después de 3 días en que fueron a las urnas, tendríamos un total de 485,000. Si suman el 100% de los votos llegarían a 485 mil. Lo significa apenas un 8% del padrón abierto de 6,097,367. Con respecto a su padrón de inscritos representa un 25.89%, ya que dijeron que era de 1,873,000. Cabe destacar, subrayar, que el padrón de 2020 fue de 7,529,932. Mirando el comportamiento de los padrones desde 2004 al 2020 podemos colegir que para el 2022 el padrón actualizado a esta fecha debe andar por los 7,838,601. Para el 2024 trillará el horizonte de 8,129,932 a 8, 300,000. Esto es, si no ocurre un empadronamiento vertiginoso del dominicano en el exterior. Nos encontramos frente a una eterna mitomanía de los partidos con relación al padrón de sus militantes. ¡Si sumáramos lo que dicen pasaría por mucho la población total del país, incluyendo los niños acabados de nacer!

Las elecciones del PRM con padrón cerrado fueron el 7 de octubre de 2019. En aquella oportunidad los resultados obtenidos fueron:

  1. Luis Abinader: 283,393 igual a 74.11%.
  2. Hipólito Mejía: 80,951 igual a 21.17%.
  3. Winston Arnaud: 6,415 igual a 1.7%.
  4. Rafy Bueno: 1,879 igual a 0.4%.
  5. Ramón Burgos: 2,820 igual a 0.7%.
  6. Ramón Concepción: 1,519 igual a 0.4%.

Los votos contabilizados a los candidatos de PRM totalizaron 376,977 de un padrón en ese periodo de 1,300,000 de su militancia partidaria. Lo que quiere decir que votaron un 29% de la matrícula. Con la Primaria del PLD la lectura real es cómo la supremacía electoral de dicha organización ha venido disminuyendo y cómo la división del mismo precipitó la pérdida del poder y con ello, el clientelismo y la corrupción constituían el soporte medular de su hegemonía.

La elección del candidato Abel Martínez complejiza el panorama electoral y el peso del pragmatismo, clientelismo y el dinero acusa mayor dimensión. La racionalidad de una agenda económica-social-institucional se aleja. El PLD ha elegido a un delfín tan gris, tan opaco, tan monosílabo y monotemático que más allá del marketing político, se le hará difícil a sus prohijadores forjar una candidatura creíble en el concierto de la competencia electoral.

Giovanny Sartori nos decía “Que en la democracia los ideales son importantes está fuera de discusión. Son importantes, ya lo he dicho, porque sin ideales no existirá una democracia. De lo que se deriva que la democracia se puede definir de forma realista, pero se debe definir también de forma idealista, es decir, prescriptivamente, y no solo descriptivamente”.

Los sectores liberales al interior del PLD estarán allí con menos entusiasmo, no generarán fisuras, empero, creían que tenían una oportunidad para crear un partido más acorde al siglo XXI. Dejar atrás la concepción del libreto añoso del poder. Lo que veremos, en gran medida, es a un PLD reconfigurándose, en un discurso dispar, sin sincronía cierta entre el candidato y el partido. En ningún momento, ninguno de los candidatos que terciaron estaba por encima de la marca-partido. Con el triunfo de Abel el “discurso” sin discurso derivará a un acantonamiento más a la derecha, más conservador, en una franja copada con argumentos más y mejor categorizados. ¡La sociedad política y con ello, la sociedad, girará al ala derecha sin ideales y sin decencia política!

Tres fuerzas políticas competirán en el certamen electoral de 2024 donde se dibuja cuasi un tripartidismo: PRM, PLD y Fuerza del Pueblo. La mayoría de los 24 partidos reconocidos por la Junta orbitarán alrededor de estos tres. ¿Gana el PRM en la primera vuelta? Nadie lo puede afirmar, como si fuera una simple obviedad. Todavía, hasta hoy, se puede decir que ganará las elecciones. ¿Si hay una segunda vuelta quien quedará en segundo entre PLD y Fuerza del Pueblo?

El PLD cuenta con una simpatía partidaria de un 20%. Sacó un 37% estando en el poder y con todo el peso del clientelismo, donde el entonces presidente de la República reconoció que las elecciones de 2020 habían sido las más costosas. ¿Cuál será la magia hoy, sin el fuerte apoyo de los partidos otrora aliados del PLD, para saltar de manera tan competitivamente? Fuerza del Pueblo no logra pasar como organización de un 10 a un 12%. En cambio, Leonel Fernández gira entre un 26 a un 30% de la simpatía electoral con una alta tasa de desaprobación. Aquí cabe erguir la frase de Hannah Arendt “Contra la subjetividad de los hombres se levanta la objetividad del mundo hecho por el hombre”.

¿Es más fácil una alianza del PLD con Leonel en la segunda vuelta o que Leonel apoye al PLD en caso de que este quede en segundo lugar? ¿Prevalecerá el pragmatismo del inmediatismo en el PLD o que los intereses estratégicos de mediano plazo se impongan para la existencia del mismo? ¿Acaso el apoyo a Leonel no hace desaparecer al PLD y frustraría el alcance de jóvenes valiosos de cara al futuro? ¿No es Fuerza del Pueblo un partido cuasi monárquico, diseñado a la altura de caudillismo más asombroso del siglo XXI, donde Leonel es Fuerza del Pueblo y Fuerza del Pueblo es Leonel, de tal manera que si hoy desapareciera se eclipsaría la referida institución partidaria?

¿Cuál será el rol de un PRM que a dos años de la gestión del presidente Abinader cuasi no existe? Finalmente, ¿habrá un alineamiento, una sinergia: Presidente, Gobierno y Partido? La velocidad del presidente es ostensible, que ha dejado muy atrás al gobierno y más lejos aún al partido. Los estudios que se han realizado así lo atestiguan. En el caso de Latinobarómetro de diciembre de 2021, Abinader salía con una aprobación de 61% y el Gobierno con un 50%. En algunas encuestas el PRM oscila entre 40 y 42%.

¿Cómo girarán las fuerzas económicas, sociales y los partidos contestatarios al establishment? Son preguntas que el panorama político, económico, social e institucional irá poniendo en el vórtice para hacer visible si caminamos dos pasos o retrocedemos tres. ¿Estamos en la órbita de asirnos al carro de la historia en una temporalidad cierta del ritmo de la inclusión y de la desdibujación de la desigualdad, allí donde los actores políticos no exhiban una riqueza que no sabemos por su historia de dónde se originaron y que solo cabe el peso trepidante de la incógnita y de la mirada de cada ciudadano girando en la iris permanente de nuestros ojos, parpadeando del asombro?